El paisaje verde natural que se ha conservado en el estado es motivo de hondo orgullo para todos los keralitas. A cada paso, los campos alfombrados de color esmeralda parecen estrechar la tierra en un profundo abrazo. Aquí se encuentra una variedad de flora que ha nutrido el propio país de Dios durante siglos. Un simple paseo en cualquier parte del estado es capaz de transportar a uno a las mismísimas puertas del paraíso.